Los jóvenes tratarán de reconciliarse con los niños que fueron, con los padres que tuvieron y las experiencias que les hacían disfrutar como niños.
Durante estos años, los adolescentes cambiarán su cuerpo, y eso les hará tener que replantearse el lugar que ocupan en la familia, las relaciones con los iguales y la relación con su propio cuerpo. Comenzará una búsqueda activa por crear su propia identidad.
Para ello será necesario cuestionar todo aquello que les han transmitido, que son las relaciones y la manera de enfrentarse al mundo. Tendrán que elaborar un largo proceso de decepción que viene dada al descubrir lo que es el mundo y lo que ellos imaginaban, en su mundo de niños, que era.
Muchas personas se preguntarán: Pero, ¿cuándo acaba la adolescencia de mi hijo? ¡Parece que no llega el final!
La verdad es que es una pregunta difícil de responder de forma contundente, pues así como el inicio de la adolescencia está claramente marcado por la llegada de la pubertad, el final de la misma no tiene una variable tan clara.
Por un lado, el fin de la pubertad y los cambios corporales podemos marcarlos alrededor de los veintiún años en las chicas y los veinticinco en los chicos. Ya hemos visto el impacto y la importancia que tiene la llegada de los caracteres sexuales propios del cuerpo de la mujer y del hombre, en la formación de su identidad sexual como hombres y mujeres.
En la medida en que cada uno pueda ir encontrando la manera de acallar la excitación interna, a través del amor y los afectos que producen las relaciones con los otros, encontrando su manera de querer y ser queridos, buscando maneras diferentes de sentirse satisfechos a través de la relación con el mundo, con lo social, la tensión interior podrá ir calmándose paulatinamente.
A nivel emocional
A nivel emocional es más difícil ponerle fin a la adolescencia. La idea del eterno adolescente o el síndrome de Peter Pan, tan extendidos hoy en día en nuestro discurso social, entrarían en este nivel.
Por un lado los adolescentes, finalmente, buscarán reconciliarse con las personas que les dieron todo aquello que podían darles, sus padres. Si pueden, acabarán entendiendo que los padres tienen sus limitaciones, y que todo aquello que han hecho y que les han dado, no era ni más ni menos que lo que podían darle. Acabarán las peleas por reclamarles aquello que no les pudieron dar, la queja continua de que no han sido suficiente para ellos.
También tienen la tarea de apropiarse de la transmisión que sus padres le han hecho. En la medida en que los adolescentes puedan amar a sus padres, podrán integrar en su propia identidad los distintivos que han recibido de los padres.
Cómo deben actuar los padres
Transmitirles cómo es vivir el mundo para los padres no significa en absoluto que sea como ellos tienen que vivirlo. Que se reconcilien con los padres no significa que lleguen a ser lo que desean que sean sus hijos. Como padres, es importante tener presente que si les damos todo lo que piden es imposible que sientan la necesidad de buscar algo fuera. Si no les frustramos, no les permitiremos seguir buscando, y será difícil que se construya el deseo propio, que les impulse a salir afuera, para buscar lo que nosotros no les damos.
Siendo hombres y mujeres con su propio deseo, podrán crear su propia historia de amor, construir su propia familia, tener sus propios hijos… y volverán, como les pasa a ustedes queridos lectores, a no entender nada de sus propios hijos adolescentes
Comentarios recientes