Al adolescente lo asaltan cambios. Desde su cuerpo y desde su mente siente una fuerza nueva que le presiona a salir hacia fuera y comerse el mundo.
Las preguntas sobre la vida y la muerte, la existencia, el ser humano, el amor, los celos, el rechazo, el maltrato o la inclusión, van a llegar a la cabeza del adolescente de forma explosiva. Todos los que convivimos con ellos, tanto familiares como profesionales, sabemos que la adolescencia es una época de pasiones. Tienen todo su deseo puesto en lo que a ellos les interesa. Y esto, para los adultos, con frecuencia no es fácil de entender.
Desde nuestra mirada de adultos, consideramos que se preocupan por tonterías, que a veces exageran, que pierden el tiempo y que lo único que quieren es divertirse. Muchas veces, las familias y profesionales hablan de los adolescentes como un estorbo, como si tuvieran un déficit en su inteligencia o como si lo único que quisieran es provocar. Quizá esta sea la interpretación más común, si tratamos de entenderles con nuestra mirada de adultos hiperresponsables y exigentes.
Con frecuencia nos presentamos ante ellos como los que sabemos cómo son las cosas, con la actitud de tú no tienes ni idea de lo que es la vida. Si pudiéramos alejarnos un poco de esta postura de superioridad moral, conseguiríamos acercarnos a ellos. Comprenderíamos cómo exploran el mundo social, qué están descubriendo y cómo lo interpretan.
De este modo podremos acompañarles en el descubrimiento de sus puntos fuertes y de las situaciones que les generan satisfacción. En esto se apoyarán para poder madurar y seguir creciendo. No podemos negar que nosotros hemos vivido más que ellos.
Pero los adolescentes tienen una energía vital que, lejos de aplacar, debemos potenciar, para que la pongan al servicio de su vida. Este impulso es el que también nos acompaña a todos en la vida adulta, y nos motiva para aprender cada día, para buscar soluciones ante los fracasos inevitables que nos encontramos en el trabajo, las relaciones, la familia… En definitiva, es el impulso que nos hace crecer ante las adversidades de la vida.
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